“Se buscan conductores para instalar radares en sus vehículos”. Salario: A convenir. Esta oferta de trabajo podría llegar a nuestro país en unos meses o años.
Francia ha abierto el debate. Sus ciudadanos serán los primeros en enfrentarse a la disyuntiva de poner una cámara en el salpicadero de sus automóviles y cobrar por encontrar infractores o no hacerlo.
El nuevo ministro francés de Interior, Gerard Collomb, ha comunicado oficialmente que en apenas unos días la región gala de Normandía pondrá en marcha las primeras pruebas de coches particulares equipados con radares móviles, propuesta ideada por su predecesor Bruno Le Roux en el año 2015.
Collomb pretende que, con la incorporación a partir de noviembre de los 26 nuevos aliados, se «reorienten las labores de la policía hacia misiones de seguridad», según la edición francesa de la revista especializada en motor Autoplus.
Un examen que tiene al homólogo español muy pendiente. El éxito del ensayo podría desencadenar en la implantación de este sistema en la península.
Más coches que conductores
El país fronterizo cuenta en la actualidad con una flota de 400 coches-radar en funcionamiento. El servicio que estos vehículos realizan al día es de una hora. Sesenta minutos que no todos cumplen, porque el principal problema al que se enfrentan nuestros vecinos es que no hay suficientes conductores en plantilla. Solución: privatizarlo.
Se estima que con el establecimiento del nuevo sistema, el número de dotaciones destinadas a estos trabajos se duplicaría. Y la circulación en carretera de los vehículos pasaría de una hora a ocho.
Un negocio muy beneficioso
Los primeros cálculos auguran una operación muy lucrativa para las arcas públicas. El Gobierno francés pasaría de recaudar dos millones de euros anuales a ocho. Y según el diario El Mundo, el objetivo de los mandatarios es ingresar 357 millones de euros, teniendo en cuenta que ahora los vehículos trabajarán más horas.
“Generar 1.000 puestos de trabajo” es la intención pública que anuncia el gabinete de Emmanuel Macron, gracias a una inversión de 53 millones de euros, que permitirá alcanzar una rentabilidad del 82% cuando el sistema esté totalmente establecido.